lunes, 26 de septiembre de 2011

La despedida...


Mientras esperaba a que la tormenta amainara se sentó en su sofá de cuero negro en frente del fuego,  posó su té en la mesilla y retomó la lectura.
Al principio los rayos le sobresaltaban,devolviéndole rápidamente a la realidad pero en seguida se inmersó en la historia.
En cuanto comenzó a leer recordó que se había quedado en la ultima parte, enseguida sus ojos se iluminaron y su cabeza  empezó a imaginar todos los posibles finales, estaba ansioso por empezar a leer, y así lo hizo.


Ella y Carlos seguían juntos en la cabaña.
Carlos el amante perfecto, moreno, pelo negro, ojos azules como agua cristalina, 1'90 una esbelta figura, una alegría y energía inalcanzables para su marido, y ese acento francés, que tan loca la volvía.
Parecía que pasarían sus últimos momentos llorando, pero la tormenta no hacia mas que arreciar los rayos se acercaban, lo cierto es que temían por sus vidas, pero el miedo a ser descubiertos les nublaba todo pensamiento precavido de la cabeza.
En un acto de valentía los dos se besaron apasionadamente creyendo que sería su último beso y salieron de la cabaña.
Un bosque los separaba de la civilización, corrieron aprovechando cada segundo en el que seguían juntos y gritaron que se amaban a los 4 vientos.
Finalmente llegaron a la ciudad donde se despidieron con disimulo, como si de dos amigos se tratase y la mujer llego a casa.
Donde estaba su marido sentado en el  sofá de cuero negro, frente al fuego y acabando el ultimo sorbo de su taza de té.
Él marido, horrorizado lo comprendió todo pero no sintió otra cosa que compasión. No había odio ni furia en sus pensamientos, después de todo contra el amor nada se puede hacer.
Se levantó del asiento de cuero, vio la falsa sonrisa y las lágrimas que caían por los ojos de su mujer y comprendió que el nunca le podría hacer tan feliz, así que finalmente dijo:
Si realmente le amas, vuelve con él....

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